19 de diciembre de 2011

Memorias de Sudáfrica


Ya estoy en Sudáfrica, el viaje ha sido larguísimo, no tanto por el vuelo que son 12 horas sino por cansinos inconvenientes que han ido surgiendo después. Al llegar a Durban, el aeropuerto me ha parecido un centro comercial, un rastafari tocaba la guitarra, las puertas se abrían y todo me ha parecido festivo y alegre. Teníamos la reserva de un coche de alquiler y han tardado tres mil años en dárnoslo. He esperado sentada leyendo La edad del hierro de Coetzee y he avanzado bastante en la lectura. Luego ha sido penoso encontrar el hotel, creo que hemos tardado más de tres horas… digo “hemos” por decir algo, ya que yo no conuducía (los coches se conducen por la izquierda) estaba sentada en la parte trasera del coche a veces medio dormida, escuchando como discutían dos alemanes sobre cómo llegar al hotel (les habían dado mal la dirección). No entendía nada, solo cuando pronunciaban: Ilovo,Ilovo, Ilovo, con su acento alemán. Illovo beach es la zona donde estamos. A mí me ha encantado que nos perdiéramos porque nos hemos metido por una zona donde viven los africanos y era genial. Mujeres colgando la ropa, un grupo de niñas disfrazadas, un mercado y gente sentada en las aceras, hablando en pequeños grupos.
El hotel está junto a la playa, aquí es verano pero también se celebra la Navidad y eso es de lo más chocante.

(no sé ve bien porque es de día pero hay unas luces navideñas: Merry Chrismas, bajo el tórrido sol)

Siempre me he preguntado cómo es el calor de África, porque he oído miles de descripciones y por fin, lo sé. Se parece al calor veraniego de muchas ciudades costeras, debido a la humedad. Es un calor pegajoso que no es desagradable y al que te acostumbras fácilmente. De todos modos en Durban corre mucho el aire y se agradece llevar algo más. El hotel está junto a La playa y está conectado por un puente fantástico (tengo que hacer una foto). Pero lo extraño es que en esos 20 metros entre la playa y el hotel, hay una vía de tren por donde pasan trenes viejos y ruidosos. Lo he estado observando y para abrir las puertas hay que empujar mucho con las dos manos. Creo que es una especie de metro.


Esta mañana me he despertado y he visto el amanecer desde la ventana. Tengo mucho tiempo libre porque mis compañeros alemanes trabajan muchísimas horas.

(Foto desde la habitación del hotel)

Después de desayunar he dado un paseo, en el hotel también se puede hacer camping o alquilar una caravana, creo que por eso hay muchas familias con niños. He visto una libélula roja, cuando ya volvía a la recepción para preguntar si hay  posibilidad de tener internet un rato, he vivido una escena emocionante y breve: un mono gris, bastante grande, de esos que hay en los zoológicos, ha pasado por delante de mis narices y se ha subido a un árbol. Muy fuerte.
Por último, ayer cuando llegamos al hotel, antes de que anocheciera, fuimos a dar un paseo por la playa, yo tenía ganas de saber cómo era el Océano Índico, el agua está caliente pero no es apacible. Pasa lo mismo con el clima, hace sol, pero un sol extraño, no muy convincente. Sé que es muy prematuro decir esto, pero a pesar de ser un país africano con mucho sol y calor hay algo rondando en el aire, algo inhóspito y muy duro,  si trazamos una linea recta por el mar llegamos diretamente a la Antártida, ¿tal vez sea por eso?. Bueno, pues dimos un paseo por la playa hasta que vimos que al fondo había unas cosas que se movían, cosas pequeñas que corrían tras las olas: cangrejos felices. Quise coger uno pero cuando me acerqué cambié de idea, tenían unas pinzas de un tamaño considerable. En la arena vi uno pequeño muy simpático que se dejó fotografiar.


Un saludo y hasta pronto.

No hay comentarios: